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domingo, 29 de junio de 2014

Baja la natalidad

La natalidad sigue cayendo en España. Desde que empezó la crisis económica, en 2008, este índice sólo ha hecho más que descender. Un problema sociológico pero, fundamentalmente, económico; ya que pone en riesgo el Estado de Bienestar que se ha estado levantando en las últimas décadas. Menos nacimientos supone a medio plazo menos cotizantes a la Seguridad Social para mantener el sistema de pensiones y sostener los servicios públicos. El motivo de este descenso hay que buscarlo en la crisis pero también en las insuficientes ayudas públicas que da el Gobierno central por los nacimientos.  

La natalidad bajó en España un 6,4% en 2013, el quinto año consecutivo de descenso. Lejos se ven los años de bonanza en que crecía la población constantemente, empujada principalmente por los inmigrantes. Ahora, muchos de éstos han tenido que retornar a sus países de origen y el promedio de hijos se ha vuelto a situar en poco más de uno. El Gobierno eliminó en enero de 2011 el denominado cheque-bebé, por el que se pagaba una ayuda de 2.500 euros por hijo. Ahora las ayudas están mucho más restringidas y para muchos españoles pesa más el coste de un nuevo hijo y la incertidumbre respecto al futuro. 

Muchos españoles ven con envidia las ayudas que conceden otros gobiernos de Europa para fomentar la natalidad; como por ejemplo permisos más duraderos por maternidad y paternidad, ayudas para guarderías y colegios, o una mejor conciliación de la vida familiar con la laboral. En España muchos pensamos que nos queda un gran camino por recorrer en este sentido y que, por desgracia, con la actual crisis se han perdido algunos de los logros que se habían alcanzado. 





viernes, 27 de junio de 2014

Recuperación a medias

España está saliendo de la crisis económica. Eso es lo que dice el Gobierno. Para ello se basa en que está bajando el desempleo, la prima de riesgo se ha situado en niveles de antes de la crisis y el turismo está batiendo récords. El Ejecutivo rebosa optimismo, pero la mayoría de los ciudadanos no lo compartimos. Puede que ya hubiéramos tocado fondo y que ya tocaba subir. Pero la recuperación se antoja débil, ya que todas las reformas van enfocadas a reducir el déficit, pero sin renovar los cimientos de la economía. Es lo que tiene pensar sólo a corto plazo.


El denominado "milagro español" se basó en la construcción y, cuando estalló la burbuja inmobiliaria, el imperio del ladrillo se desmoronó llevando a más de un millón de personas al paro. El Gobierno no ha buscado una alternativa sólida. Lo intentó en la anterior legislatura con las energías renovables, pero éstas se las ha llevado el viento cuando le han cortado el grifo de las ayudas públicas. La industria está estancada. Las grandes empresas hacen sus negocios y obras en otros países emergentes. El turismo es el que sigue tirando del carro, creando trabajo en el sector servicios, pero éste pincha en la temporalidad. Además, el Ejecutivo hace tiempo que le dio la espalda al I+D+I, recortando estas partidas de los presupuestos. 

La crisis no sólo ha dejado alrededor de cinco millones de desempleados, también ha provocado que los trabajos sean más precarios. En pocos años hemos retrocedido décadas en derechos sociales y laborales. Antes ser mileurista se veía hasta peyorativo. Ahora para la mayoría es un lujo cobrar mil euros mensuales. Que España está en la senda de la recuperación económica, pues sí; pero a marcha lenta y con los pies de barro.